sábado, 9 de enero de 2021

SONRISAS Y MASCARILLAS

 


 

 

Nos hemos acostumbrado a vernos sesgados, a medias, lo que nos obliga a interpretar el lenguaje gestual a través de la mirada. Tanto es así que nos resulta extraño vernos sin mascarilla, como si la boca se hubiese reducido, crecido la nariz o la mandíbula estuviera más afilada. Lo extraordinario es que nos contemplemos con el rostro completo, como si viviéramos un carnaval constante.

Más allá de la estética, lo que disminuye con la mascarilla es la capacidad de comunicación. La boca tiene muchas funciones, pero la asociamos, sobre todo, con un gesto universal y muy necesario: la sonrisa. La misma que, tal vez sea nuestra mejor tarjeta de visita; denota nuestro estado de ánimo y nos sirve para trasmitir múltiples sentimientos y sensaciones, es parte de nosotros y nos representa ante los demás.

Para la historia quedará éste como un tiempo de dificultades, por lo tanto también de oportunidades; donde nos refugiábamos tras una mascarilla, una tela que modificaba y ocultaba nuestros gestos, dejando espacio a la imaginación e interpretación. La boca, la que nos proporciona placer a través del gusto, el beso, la sonrisa … A veces ensombrecida por la mirada, es la sacrificada en la comunicación durante este tiempo.

La vida es un asunto serio, por eso necesitamos volar alto y sonreír, especialmente con la mirada.

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