Los aplausos no han cesado en el balcón de mis sueños. Todo nuestro trabajo y valentía en el día a día tiene valor, aplaudiré siempre desde el balcón de mis sueños.
A vosotros que siempre estáis, aunque alguna vez os falte fuerza y aliento. A vosotros que bebéis vuestra impotencia en silencio, junto a una cama, junto a un enfermo, con vuestras manos abiertas entre azucenas y sueros. A vosotros que sentís el arrullo gris de la inquietud por pasillos infinitos tan blancos de misterio, ayudáis a suavizar heridas, a aliviar sufrimientos en las anchuras del alma y en la estrechez del cuerpo. A vosotros el aplauso desde el balcón de mis sueños.
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